Soledad

Sola, sentada en la cama de mi habitación. Silencio. ¿Qué es lo que pasa? No siento nada, absolutamente nada desde que tú te fuiste, te fuiste para no volver.

Y pienso, ¿qué es lo que he hecho mal? No he hecho nada mal, el problema es que yo soy de las personas de 'todo o nada', 'blanco o negro', pero para mi nunca existe un gris o ese a medias al que tu quieres llegar; me cuesta admitir que soy una persona ambiciosa, y que no paro hasta que consigo lo que quiero.

Me consumes, me consumes como un cigarrillo olvidado en aquella tarde a destiempo apoyado en un cenicero de un bar de la quinta avenida de nueva york. Me consumes como la cera que se desvanece a medida que el fuego va deborando la mecha y no puedo remediarlo.

Haces que te odie y que te quiera a partes desiguales. Me haces quererte por darme la máxima felicidad y haces que te odie cada vez que te alejas de mi.

La pasión nos carcome por dentro  con una brutalidad implacable donde solo existimos nosotros y donde el amor se resume a una tarde de café y sexo sin control.

Por favor, amor, hazme feliz y sal de mi vida; quiero estar tranquila con mi soledad.

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